Hay canciones que marcan una época y otras que trascienden el tiempo. Quiero Ser Santa, nacida en la oscuridad magnética de Parálisis Permanente y convertida en himno con Alaska y Dinarama, pertenece a ese segundo grupo. Cuarenta años después, Nina Raku la rescata para devolverle su filo y vestirla de nueva vida. Su versión no busca la nostalgia, sino una relectura emocional que le permite apropiarse del mito desde la vulnerabilidad y la fuerza.
En la interpretación de Nina, lo religioso se convierte en deseo y la santidad en poder. La artista malagueña transforma el tema en un rito pop que atraviesa los límites entre lo sagrado y lo profano, entre la redención y el placer. “Quiero Ser Santa fue una canción que siempre me acompañó. Cantarla ahora es una forma de reconciliarme con todo eso”, explica.
La canción no aborda el imaginario religioso desde la devoción, sino desde la exaltación. Se apropia de los símbolos católicos para darles una nueva carga de significado, donde lo sagrado y lo carnal se entrelazan sin culpa. La santidad deja de ser penitencia y se convierte en una forma de poder, una manera de celebrar la fuerza femenina.
Musicalmente, la versión mantiene el pulso eléctrico del original, pero lo reinterpreta desde una sensibilidad actual. Los sintetizadores analógicos, el cencerro y las capas de beats electrónicos se funden en una producción envolvente que respira con naturalidad entre pasado y presente. Es un diálogo entre épocas, entre el espíritu post-punk de Parálisis Permanente, la teatralidad de Alaska y Dinarama y el universo emocional de Nina Raku, que logra que todo encaje sin parecer arqueología sonora.
Este lanzamiento llega tras una etapa en la que Nina ha ido consolidando su propio lenguaje, un espacio donde el pop, la poesía y la experimentación conviven. Quiero Ser Santa retoma el espíritu de La Primera Piedra, profundizando en la tensión entre lo religioso y lo íntimo. Nina transforma los símbolos católicos en un espacio de fuerza y autonomía femenina, convirtiendo la tradición en materia emocional y ritual. Proyectos como Campo de Relámpagos ya mostraban su interés por conectar lo emocional con lo conceptual, lo terrenal con lo trascendente. Con Quiero Ser Santa, esa búsqueda se hace más directa, más carnal, y marca un punto de inflexión en su camino.
Nina Raku no solo rinde tributo a una de las canciones más icónicas del pop español. La trae al presente con la fuerza de quien entiende que el pop también puede ser una forma de oración, una en la que el cuerpo, la fe y el deseo se confunden al mismo ritmo.
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