Se sabe que algo ha calado lo suficiente cuando las generaciones siguientes lo recuerdan. Ellas lo hacen a su modo –porque si no sería copiar– en una suerte de interpretación grupal que nace de las entrañas y se queda en el corazón. Con Hermana Furia sucede así, tal cual, porque tienen lo que toda banda ha de poseer para sonar: actitud, ya que a ciertas edades sólo piensa una en comerse el mundo.
Hermana Furia está compuesta por Nuria Furia (voz, sintetizadores), Edu Molina (voz, guitarra, piano, sintetizadores, además de producción), Pau C. Marcos (bajo, coros) y Tweety Capmany (batería y coros), y Todo mal (Entrebotones, 2021) es su primer disco, un álbum dedicado a la terapia que «no da tregua», como dice Nuria. Han pasado cuatro años y medio desde que se compusiera el primer tema y dos desde el proceso de grabación –por Edu Molina en Garlic Records entre el verano y el otoño de 2018, y mezclado por Manuel Tomás (Los Zigarros, Amaral, Revólver, Uzzhuaia…)–, pero todo «tiene un sentido natural», añade hoy la cantante.
El álbum completo solo se puede escuchar en formato vinilo, y por supuesto en el directo de Hermana Furia en salas de conciertos. Vinilo doble edición especial, solo 200 copias del disco "Todo mal" en vinilo doble rojo y morado.
A una banda se la reconoce por sus canciones y a sus integrantes por sus cicatrices; cada historia es una llamada común. El primer corte, Grita con furia, es el adelanto de Todo mal. Si bien es cierto que Hermana Furia es un grupo de reciente hornada, sus miembros llevan camino recorrido y notables son sus influencias, que en el caso de esta canción inaugural pueden recordar al Woman de Wolfmother y a Black Sabbath en ciertos momentos. Es una composición corta, pero un pelotazo.
Morse es de carácter grunge con una base rítmica que se apoya en el pop con un bombo a negras. En realidad, el bajo y la batería son la clave de Todo mal; deciden a qué suena cada tema. ¿Más rock? ¿Más oscura? ¿Más rápida? ¿Más grunge? ¿Más funky? Ahí está como ejemplo Soy la tormenta, que pese a su título no adolece de ardor, sino de negritud, que diría Santiago Auserón.
Sin embargo, el mensaje sí queda bastante claro aquí: «Que no te mientan, que no te engañen. No serán ellos los que te salven». Ellos son... Bueno, ya saben. Escuchen la canción.
Los setenta también prosiguen en el cuarto corte: Locxs, donde esta vez es Edu quien arranca la canción a guitarra y voz y Dj Zunet aporta el scratch. Es una pieza con una labor de voz meritoria – sin desmerecer a las demás– con subidas de tono y un protagonismo galopante de las guitarras que son el colchón –en esta ocasión– de la garganta. Es la favorita de Tweety: «A mí me ha tocado la lotería». Matar a alguien, la quinta, viene de lejos, de la época de S.C.R, el trío formado por José Alberto Solís, Ekain Elorza y el propio Edu, discurriendo por los caminos de Jack White y Led Zeppelin. Y eso se nota.
Llegando al ecuador de Todo mal, Salem marca la diferencia. Es diferente, con una cadencia negra pero sostenida a la vez con guitarras de película de Tarantino. La electricidad de la seis cuerdas chillan de una manera que parecen querer imitar el sonido de la voz. Para escuchar otra vez.
La psicodelia habita en Pie fuera, vestida de funky con espacios para una conversación entre la letra y la guitarra, a modo de réplica, como Robert Plant y Jimmy Page en Whole loKa love (salvando las distancias). La anterior mención zeppeliana de la etapa de S.C.R. no es por casualidad, porque en Dame vida, la número ocho, hay otro buen puñado de minutos cargados de rock progresivo y distorsionado (en el bajo está Rodrigo García). Sin olvidar la combinación de voces femeninas y masculinas (otra conversación). «Si no has estado en la boca del lobo y no has sentido miedo, no tengo nada para B», escupe la letra.
Con Espiral, Todo mal comienza a terminar. Se trata de otra composición que viene de atrás y –de nuevo– con un bombo a negras. Es, quizás, la que más represente a todo el disco junto a Noche en vela, con un ritmo que es la tónica de todo el repertorio. «Despiertas comiendo suelo, no tienes donde caerte muerto». Se suceden los cambios de ritmo, los saltos entre el funky y el disco, además del dominio de los efectos, dando a luz lo que ellas llaman el “DISCO-STONER”.
Con Estoy aquí se ve –se escucha, mejor dicho– que ni Hermana Furia son unos novatos ni Todo mal un disco de principiantes, sobre todo en lo referido a la producción, que en un alarde de poder pone ambientes inmensos al comienzo de esta canción, que se hace grande con los sintetizadores, haciéndote volar, aunque su letra diga lo contrario: «Quiero estar con los pies pegados a este suelo».
La última copla, Vidas de cristal, nació para ser desenlace y punto final. Es más, el orden del tracklist de Todo mal tiene su razón de ser, la mejor para una colección de canciones «potentes pero variadas» que siempre van a sonar como la primera vez.